Para brindar una buena atención al cliente, no bastan palabras cordiales como "buen día", "Un placer atenderle", etc. Se necesita escuchar con suma atención lo que el cliente requiere para poder entender la problemática, ponerse en sus zapatos para luego sacar la mejor conclusión. Esto no quiere decir que el cliente tendrá la razón siempre; en cualquier caso hay que brindarle la mejor asesoría y tender siempre la predisposición de ayudar.